
Músico y compositor Chango Spasiuk estrenará su próximo nuevo disco en Neuquén y Buenos Aires en mayo «Eike»grabado solo, en plena pandemia y a la distancia con artistas de diferentes partes del mundo en una experiencia que el misionero define como “mi gran viaje”.
De «Eike», expresión que en lengua guaraní significa «una invitación a entrar en el espacio interior»los españoles participaron Carlos Núñez en la flauta y Gustavo Santaolala en roncar por «Pynandí (Descalzo)»; arpista Sixto Corbalán en «Canción de amor para Lucía»; jacques morelenbaun en el violonchelo para «Mi ciudad, mi casa, la soledad»; trompeta de eric trufaz en «Gratitud»; y la percusión africana korá de los senegaleses Boubacar Cissoko en «Mejillas rojas».
La invitación fue enviada a los noruegos. Después de Einar Watle (guitarra) y Steinar Raknes (contrabajo) en «Lucas»; Marroquí Majid Bekkas (laúd) y Gonzalo Arévalo (bendecir) por «Tristeza»; ya sergio tarnoskI (acordeón verdulero) por el homenaje a Luis Ángel Monzón en «Cartel de hombre lobo».
Pero más allá de eso, «Eiké» agrega un tema animado con otro clásico del chamamé como «Puerto del Tirol» (Heraclio Pérez) quien lo conectó con la guitarra Marcelo Dellamea y tres obras que asumió Changó: «Siete higueras» (autor Isaco Abitbol); «Improvisación para Juana» (solo de piano) yo «Polca para Juana» (este último dedicado a la hija Juana, hermana menor de Vera).

«Crear este disco fue un viaje mental y emocional, mi gran viaje te lo diría»afirma Spasiuk durante una entrevista con Télam realizada en la sala de su casa en el barrio porteño de Villa Urquiza, desde donde creó el 13° álbum de su carrera discográfica iniciada en 1989.
A pesar del contexto único de la pandemia -que, por ejemplo, le dio al panel el necesario silencio de tránsito que hoy ya no existe-, el artista advierte que “Es difícil leer ahora mirando hacia atrás sin caer en el cliché y esto que uno construye desde el dolor cuando hay oportunidades y espacios todo el tiempo que te desafían y te hacen pensar en dónde están tus pies”.
El acordeonista y el pianista lo postulan en el mismo sentido “Si piensas en las pruebas por las que pasamos y las comparas con los momentos que mi padre o mi abuelo pasaron huyendo en un barco de la guerra y el hambre, la verdad es que la mía no es tan fuerte”.
«A cada persona -reflexiona- Por alguna razón, tenemos que vivir en un tiempo determinado y tenemos que aprender a leerlo y vivirlo y llenarlo de contenido y acciones y que estas acciones sean de alguna manera constructivas, y eso para mí es el motor para la realización de proyectos. «.

Y registrando esa situación, destaca el aporte del museólogo, poeta y escritor paraguayo Alejandra Peña Gill porque la expresión «Eiké» como síntesis de una obra única a partir de lo que Spasiuk presenta como “música que, aunque es bastante melancólica, todavía lleva esperanza o brilla en algún lugar que me alegra poder compartir diciendo ‘desde ese momento, lo que he podido hacer es esto y aquí estoy’.
Con ese espíritu entre la calma y la vitalidad, Changó decidió que el puñado de obras que creó en sus 35 años de actividad viajaría para encontrarse con artistas capaces de darles otras formas, ampliando los horizontes del sonido costeño, el lenguaje chamamé..
Y el mismo sello promete habitar, por ahora, dos presentaciones en vivo de “Eiké”, previstas para el jueves 4 de mayo en el Teatro Español de Neuquén y el viernes 5 en el Teatro Coliseo de la ciudad de Buenos Aires.
Para estas funciones, el músico tocará con su banda Pablo Farhat (violín), diego arolfo (voz y guitarra), marcos villalba (percusión, guitarra y voz), Eugenia Turovetzky (violonchelo) yo Enzo Demartini (acordeón y guitarra) y algunos invitados.
“Si hay algo que está descompuesto es la economía del 80% de los músicos, a pesar de que tenemos una gran carrera, porque nuestro trabajo sigue siendo muy tradicional en el sentido de que tenemos que tocar para vivir, tocar en vivo para vivir. «Chango Spasiuk
Entre las aportaciones esperadas se encuentran las del guitarrista noruego Después de Einar Watle (con el que nació el proyecto binacional «Hielo Azul Tierra Roja» en 2019), arpista paraguaya Sixto Corbalánventista argentino-cubano rodrigo sosa y presencia Andrés Pilar (Don Olimpio) al piano.
-¿Redescubriste de alguna manera la amplitud de tu música durante ese ejercicio en torno a «Eiké»?
– Siempre sentí que podía reconocer esa paleta en mi música porque tengo la experiencia de conocer diferentes tipos de músicos, pero tal vez no tenía esa dimensión que yo pudiera estirar tanto. En ese sentido me interesó recuperar el trabajo anterior y algunas de mis primeras composiciones para lograr mejores versiones, por ejemplo, «Lucas» que grabé en 1992 cuando murió mi padre en el disco «Bailemos y…» lo cual ni siquiera me gusta cómo toco o cómo suena o todo el concepto del álbum, pero me gusta la canción, así que encontré una manera de rendir homenaje a esa canción dedicada a mi padre.
– ¿Cómo imagina que se retransmitirá en directo este encuentro internacional y muy específico?
-No haremos eso y usaremos las herramientas tecnológicas que usa la gente de trap o pop u otro tipo de música, para incrustar canciones digitales y grabar y reproducir encima de ellas, que es un recurso que no está tan incrustado. en los músicos que tocamos música de cámara o folklore o chamamé porque básicamente lo importante es crear una textura estética, tocar música alrededor de ella y así acercarnos a la belleza de la posibilidad de autoexpresión y acercarnos lo más posible al sonido de el disco, y por eso creo que la primera parte del concierto será como una película con sonidos, luces, pantallas e invitados virtuales en la que ni hablaré. Y luego seguramente seguirá la segunda parte del concierto, donde tocaré otras canciones de mi música un poco más relajada.
– ¿Disfrutáis especialmente de poder ambientar este tipo de propuestas y volver a tocarlas en directo?
-Si hay algo que se ha derrumbado es la economía del 80% de los músicos, a pesar de que tenemos una gran carrera, porque nuestro trabajo sigue siendo muy tradicional en el sentido de que tenemos que tocar para vivir, tocar en vivo para viviendo. Y aunque trato de ser un artista que se esfuerza por el refinamiento de mi música y todo lo que hago, cuando empezaron a abrir y cuando pudimos volver a trabajar, salté de un teatro a un festival y de un festival a mi cumpleaños. y me encanta poder hacer de todo porque me encanta poder trabajar e ir a jugar y es muy bonito cuando alguien dice «Chango, me voy a casar, ¿puedes jugar?» y es una experiencia maravillosa y me hace feliz estar en movimiento y siento que puedo trabajar y soy útil de alguna manera y me gusta que la gente sienta que puedo hacer un mini concierto de media hora en medio de un boda tocando mi música que, digamos que no es música de carnaval carioca.