
La obra “Un domingo en familia”, la imprescindible acción de Juan Pablo Gómez sobre el libro de Susana Torres Molina, que propone una reflexión sin anestesia sobre el peronismo de los años 70 a partir de una serie de relatos insertados, ofrece sus últimas actuaciones.
En una coproducción con el Teatro Nacional Cervantes, que se estrenó en 2019 en la Sala Luisa Vehil de ese complejo teatral, «Domingo en Familia» cerrará su tercera temporada con funciones los lunes 17 y 24 de abril a las 21 horas en El Galpón de Guevara (Guevara 326).

Interpretada consistentemente por Lautaro Delgado, José Mehrez, Anabella Bacigalupo y Sergio Mayorquín, y con la invaluable labor de la pianista Guillermina Etkin en escena, «Un domingo en familia» explora el debate no resuelto sobre el peronismo en la década de 1970 y el paso del secretismo montonero a un relato del último día del líder Roberto Quieta antes de ser secuestrado por fuerzas de seguridad en un recreo cerca del Río de la Plata el 28 de diciembre de 1975.
La ambientación trata de aguda actualidad en los debates relacionados con la violencia política, la aceptación del liderazgo vertical del líder, el díptico, a veces distanciado, del personaje militante, la relevancia de las organizaciones armadas, el movimiento popular, la tortura, la disciplina de los militantes, la resistencia al terror y la clandestinidad que maneja Montoneros durante el último período del gobierno de Perón y lo publica el 16 de septiembre de 1974.
La obra combina dos tradiciones teatrales argentinas recientes:. uno que proviene del texto de Torres Molina y está más relacionado con lo discursivo y pertenece a autores que han pasado por el exilio y el otro, del que es originario Gómez (48 años), fue creado en los años 80 con el retorno de la democracia y donde los cuerpos adquirieron significación absoluta.
“La hipótesis central de la obra en sentido material es hablar del movimiento peronista y hacerlo en movimiento, con música y ritmo, eso es el peronismo en esta obra, en el sentido de una composición teatral. Traducimos todas las discusiones, errores, desamparos, diferencias en cuestiones de timbre, esas diferencias de 1975 que explora la obra, las traducimos en la amplitud del sonido, la obra de repente estalla, cae, hay aire, un grito, todo eso, junto, yuxtapuesto, sucesivamente , en cierto modo es una obra que puedes escuchar hasta con los ojos cerrados, y todo está montado como una especie de teatro pobre con clavijas”, señaló Juan Pablo Gómez en conversación con Télam.

“Susana Torres Molina -añadió- salva la tradición polémica del teatro y también, en relación a esta obra en particular, toma una decisión poética procesual que incluye teatro documental, clips, la obra es como un secuestro, está escrita hiperpoéticamente momentos responsables. por lo que ella imagina que piensa el militante, ella construye ese personaje dramático que es Roberto Quieto, ahí están los discursos de Perón así, fragmentos, cosas de Firmenich, el soldado ficticio, él es realmente Frankenstein y estos son los insumos para dirigir son muy rico».