
¡Qué difícil es asumir que algo que ha sido probado científicamente por años tiene que ser explicado una y otra vez, porque en algunos medios se confunden ideas importantes! El abuso sexual de niñas, niños y niños es un delito. Tanto en nuestro país como en todas las naciones que se han adherido, firmado y ratificado la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. ¿Porque? Porque afecta la formación del psiquismo de las personas que no pueden consentir que su cuerpo sea atacado de múltiples formas sexuales. Esto ya lo han explicado expertos en psicología infantil y sexólogos con formación científica moderna y contrastada, que no confunden delincuencia con orientación sexual.
Cada vez es más claro que quienes se oponen a la ESI no se preocupan por las niñas, niños y adolescentes que puedan recibirla en la escuela u otros lugares de socialización.
Escribo esto desde la práctica permanente de explicar cuantas veces sea necesario en el marco de la formación de las personas que deben aplicar la Ley 26.150 que crea el Programa Nacional de Educación Integral en Sexualidad (ESI). Porque este tipo de práctica educativa, que existe en nuestro país desde hace más de 16 años, requiere una aplicación concienzuda, en muchos más ámbitos que los propios del sistema educativo formal, para que cada vez más niñas, niños, niños y adolescentes reconozcan comportamientos , adultos dañinos, perversos y criminales.
Los resultados de su aplicación ya son visibles en numerosos datos recopilados por expertos de diversos campos. podemos hablar de reducir los embarazos no deseados, comprender las experiencias de la niñez trans o crear un espacio de reflexión sobre la evaluación afectiva donde se discuta el bullying entre pares. Sin embargo, para no desviarme del tema, me remito a los datos recabados por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia. En 2021, de un total de 45.589 llamadas enviadas a la línea 102 en todo el país, 2.658 de ellas se relacionaron con abuso sexual infantil. Pero esa es solo una de las muchas formas en que el problema es visible. También podríamos acudir a las estadísticas judiciales, aunque ahí tenemos el problema de la procrastinación, el adultocentrismo y la persecución a las madres protectoras.
La importancia de ESI es un hecho
Numerosas notas de prensa destacaron explícitamente situaciones específicas en las que niñas, niños y niñas de la clase de ESI informaron haber experimentado algún tipo de abuso sexual por parte de un adulto cercano, la gran mayoría de los cuales eran hombres. Lo lograron solo cuando, gracias a la aplicación didáctica de conceptos relacionados con el correcto reconocimiento y denominación de las partes íntimas (vulva y pene, es decir, los genitales), se dieron cuenta de que nadie podía tocarlas. Que hasta cierta edad sólo pueden ayudarlo quienes le brindan atención médica o higiénica, pero en cuanto siente que puede hacerlo solo, por sí solo, o aparece el pudor, se debe respetar su voluntad. Y que todo lo que “no se pueda contar o explicar a otros adultos” significa posible maltrato. Que siempre habrá alguien que te ayude, que confíe en ti y te siga para desarrollar acciones para que esta situación que te incomoda termine y sobre todo que tengas derecho a cuidados y protección.
ESI es para todo esto. Y muchos profesores lo saben, porque lo han vivido de primera mano, porque en las áreas de práctica surgen historias o aparecen lágrimas o simplemente el pedido de dar un paso atrás para procesar lo que sea que despierta el deseo de comprender el tema. Y en esta situación dolorosa, también existe la conciencia de que hay que intervenir en la medida de lo posible, pedir ayuda a un colega oa un colega, hacer una derivación. Pero nunca, nunca mires para otro lado. Ya que a esta conciencia de protección hay que sumar el deber jurídico que nos impone nuestra constitución nacional y diversas leyes como la 26.061 de protección de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, de actuar con urgencia para detener o prevenir la vulneración de los derechos de la niñez. .

El ESI y su aplicación por parte de todas las instituciones que integran el Sistema de Protección de Derechos (familias, colegios, clubes, centros de salud, etc.) es de vital importancia no solo para el diagnóstico precoz y la pronta intervención en situaciones de abuso sexual. Pero en prevención, porque una niña, niño, niña y adolescente que sabe cuidar su cuerpo, que puede hablar de lo que le pasa, que entiende la diferencia entre los buenos y los malos secretos, que puede pensar en lo que chantajea es afectivo, es capaz de decir NO, y si el adulto está progresando, dígaselo rápidamente a alguien que realmente pueda ayudarlo.
Cada vez es más claro que quienes se oponen a la ESI no se preocupan por las niñas, niños y adolescentes que puedan recibirla en la escuela u otros lugares de socialización. Lo que les preocupa es que pueden contar en estas zonas lo que les sucede con adultos cercanos que se comportan de forma violenta. No les interesa escuchar, sino imponerse. Y ESI es una herramienta vital para combatir esto. ESI es libertad de expresión, es una apuesta por la prevención y también es una oportunidad para sanar.