
Los problemas de desarrollo son complejos y cambian rápidamente. Por lo tanto, es necesario idear otras formas de resolverlos. Una de ellas es comenzar por mapear lo que las personas hacen para enfrentar sus problemas, reconociéndolas como expertas con conocimientos derivados de su experiencia, de modo que las políticas públicas se diseñen con una lógica de abajo hacia arriba. Mapping Solutions, desarrollado por la Red de Laboratorios de Aceleración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se basa en lo que ya está funcionando en los territorios para acelerar el desarrollo a una velocidad diferente.
Tomemos un ejemplo que ilustra el potencial de este enfoque y nos lleva dos años atrás. Detectamos la ciencia ciudadana como una herramienta innovadora para incidir en la inclusión de nuevos temas en la agenda, fortalecer el activismo presente en los territorios, favorecer una democracia más participativa y una ciencia más democrática, entre otras ventajas. Ahora bien, ¿a qué llamamos ciencia ciudadana? Por el esfuerzo de investigación científica, colectiva, participativa y abierta, encaminada a generar conocimiento de manera rigurosa y promovida por diferentes actores, que no necesariamente forman parte del ámbito académico. Sentimos desde el PNUD que la ciencia ciudadana eventualmente crecería, como lo hace en otros países, y queríamos ser parte de un grupo que aceleraría esto en Argentina.
Con este objetivo en mente, tuvimos que mapear los proyectos de ciencia ciudadana que se estaban implementando. Para ello, colaboramos con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCYT). De manera creativa colaborativa, diseñamos e implementamos una estrategia de mapeo que ya ha reconocido 55 iniciativas de ciencia ciudadana -con diferentes temáticas, enfoques y en todo el país- y sigue creciendo en colaboración.
Cuando presentamos los primeros 30 proyectos mapeados a fines de 2021, se dio un gran hito en la valorización en Argentina: el MINCYT se comprometió a diseñar un Programa Nacional de Ciencia Ciudadana. A fines del año pasado se celebró su lanzamiento y el PNUD estuvo presente porque sabemos lo que significa este logro y reconocimiento para quienes lo desarrollan. Su primera línea de acción es una convocatoria que busca fortalecer y promover este tipo de proyectos y, gracias a él, el mapeo sigue retroalimentándose y generando aprendizajes.
Tenemos mucho que aprender de este tipo de construcción del conocimiento en el que todos podemos participar. Por ejemplo, sobre niños que guardan agua como mascotas, sobre turistas rastreando microalgas en la Antártida, sobre comunidades que predicen inundaciones para reducir el riesgo de desastres naturales, sobre vecinos que separan sus desechos domésticos para determinar su cantidad y composición, personas preocupadas por la enfermedad de Chagas que contribuyen a monitoreo en tiempo real de insectos y alertas a los centros de salud cercanos, productores agrícolas que mejoran e innovan las semillas que producen a través de la inteligencia colectiva, buzos que recolectan información para contribuir al monitoreo oceánico en el sector costero, grupos interdisciplinarios que trabajan con comunidades organizadas en torno a problemas ecológicos, quienes sistematizan y comparten conocimientos adquiridos a lo largo de los años en determinados lugares, entre otros.
En definitiva, casi dos años después de nuestros primeros pasos en el tema, desde el PNUD miramos hacia atrás y reconocemos el camino en el que fuimos parte del movimiento que impulsa el desarrollo de la ciencia ciudadana en Argentina. Sabemos que hemos avanzado mucho porque lo hemos hecho de manera colectiva, basados en evidencia y trabajando con herramientas innovadoras que brindan mecanismos de participación ciudadana y soluciones que responden a las inquietudes de las personas afectadas por los problemas.
Por Claudio Tomasi, Representante Permanente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Argentina.